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La leyenda del puente del diablo



La leyenda del Puente del Diablo, relatada en Coatepec un abrazo a mi tierra: cultura y tradición que forjan nuestra identidad de Bonilla Palmeros, se inscribe en un corpus amplio de relatos mexicanos donde lo sobrenatural y lo trÔgico convergen en un espacio cargado de simbolismo. Estas narrativas suelen funcionar como advertencias y reflejan el profundo vínculo entre los habitantes locales y su entorno geogrÔfico. El puente, como en otras leyendas similares, se convierte en un umbral simbólico, una frontera entre lo cotidiano y lo sobrenatural, entre la vida y la muerte. El pacto con el diablo que ocurre en este contexto estÔ envuelto en desesperación, una emoción humana que sirve de combustible para transacciones con lo maligno, pero que también ofrece una crítica social, moral y religiosa.

La leyenda del puente del diablo

 

Cuenta la leyenda que en tiempos de los españoles, llegó a estas tierras un Conde con sus dos hijos, y el motivo de su llegada se debía a que en busca de mitigar el dolor que le causaba el fallecimiento de su amada esposa, con él venían su hijo mayor que apenas era un jovenzuelo, y el hijo recién nacido que estaba al cuidado de una esclava negra que hacía las veces de nana. Era tal el dolor del Conde que por recomendaciones de sus allegados, buscó refugio en el trabajo y por
tanto se dedicó a comprar tierras en la región con el fin de dedicarse a la siembra de caña de azúcar, motivo por el cual mandó a construir en sus terrenos dos ingenios azucareros, ubicados en cada extremo del territorio adquirido. Pasó el tiempo y sus hijos fueron creciendo, el hijo mayor se casó con la hija de un hacendado español y al poco tiempo como producto del matrimonio engendraron a una hija, misma que al ir creciendo fue la adoración del abuelo y del
tío. Tiempo después falleció el anciano padre y ambos hermanos heredaron el título nobiliario, aparte de los bienes que se repartieron proporcionalmente, a cada uno le tocó un ingenio, y para diferenciarlos se les denominó el ingenio del Conde grande y el ingenio del Conde chico. La vida siguió su curso y las visitas entre ambos hermanos se hacían cada vez mÔs frecuentes, sobre todo porque entre el tío y la sobrina se llevaban pocos años de edad, se había generado una relación muy estrecha, misma que crecía día a día. Y se dio el caso que entre ambos la amistad pasó a enamoramiento, al grado que se empezaron a verse a escondidas, lejos de la mirada de los padre de la muchacha, y en ocasiones que se reunían en familia lograban disimular la atracción que sentían uno por el otro.

Pero la situación llegó a tornarse insostenible y cierta tarde la sobrina al no poder contener mÔs sus sentimientos hacia el tío, le envió una carta donde le pedía fuera por ella en la noche, o se olvidara de la relación. Cabe decir que cuando recibió la carta el Conde chico, su corazón se llenó de gusto y empezó a preparar el viaje al ingenio de su hermano, pero no bien había recibido la información cuando una torrencial lluvia se desató en la región. Los relÔmpagos surcaban continuamente el oscuro cielo e iluminaban estrepitosamente el atardecer, y para mala fortuna del

enamorado tĆ­o la lluvia no cesaba, de tal forma que decidió salir con todo y agua para el ingenio de su hermano mayor. DespuĆ©s de avanzar un trecho del camino, llegó hasta donde la corriente del rĆ­o dividĆ­a las tierras de ambos hermanos, para ver con sorpresa que las aguas crecidas del afluente habĆ­an arrastrado el viejo puente de madera. El rio habĆ­a crecido bastante y no habĆ­a manera de cruzarle, situación que desesperó aĆŗn mĆ”s al acongojado enamorado, y por mĆ”s que busco con su caballo, un lugar para cruzar el rĆ­o no le encontró. Triste y angustiado se sentó en una construcción cercana al rĆ­o para ver como aumentaba el caudal y hacia mĆ”s difĆ­cil cruzarle. Pasó el tiempo y cada vez se desesperaba mĆ”s, al no encontrar solución a su problema, por tal motivo en un arranque de dolor maldijo su suerte y vocifero al mismo diablo darĆ­a su alma con tal de ir a ver a su amada. No pasó mucho tiempo de que entre unos matorrales salió un charro todo vestido de negro, se le acercó al afligido muchacho y le ofreció su ayuda, a lo cual el incrĆ©dulo Conde le dijo que nadie le podĆ­a ayudar, nuevamente el extraƱo charro le ofreció su apoyo y le dijo que para Ć©l no habĆ­a imposibles, a lo que el joven preguntó ¿CuĆ”nto quieres por ayudarme a pasar el rĆ­o? Y el hombre le contestó que como sus obras duraban toda la eternidad asĆ­ tendrĆ­a que ser la paga, nuevamente el joven preguntó que cuanto oro querĆ­a, y el hombre solo volvió a indicar que solo podrĆ­a pagarle con su alma. Al escuchar esto el Conde se levantó
y asustado le preguntó quién era, y el charro le contestó que era el diablo en persona, ante la respuesta el joven retrocedió y espantado le dijo que su alma no le daría que le pagaría en oro. Nuevamente le diablo ofreció la ayuda requerida y le informó que construiría un puente para que cruzara el río y pudiera ir a l cita con su amada, aparte le prometió que si no terminaba de construir antes de que cantara el gallo, se comprometería a terminarlo y no le pagaría nada. Entonces el Conde pensó que era difícil construir un puente en una noche y aceptó la propuesta, por tanto el diablo sacó de entre sus ropas un pergamino donde escribió las clÔusulas del contrato mismo que el Conde firmó son su propia sangre. No bien había firmado el contrato el Conde, cuando el diablo dejo de ver todo su poder al transformarse en el ser horripilante que es con cuernos, negras alas, pezuñas en lugar de pies y flacas manos con garras en lugar de uñas. En un momento transformó todo el panorama, salieron duendes, espíritus malignos y demÔs demonios del infierno con el fin de ayudarle en tan retadora tarea; unos se dedicaron a levantar un dique y desviar el agua del embravecido rio, otros acarreaban piedras, unos mÔs se dedicaron a abrir zanjas para levantar las bases que sostendrían la arcada y otros mÔs trabajando la piedra. Y dicen los informantes
que el diablo empezó hacer de todos los cargos en el oficio de la albañilería, lo mismo hacía de peón que de maestro albañil.

Conforme empezó a transcurrir el tiempo, el Conde quien se había quedado cerca, vio como avanzaban en la obra levantando las bases, acomodando las grandes y pequeñas lajas recién talladas. Pero lo que mÔs sorprendió al Conde fue la velocidad con la que trabajaban, al grado de que empezó a dudar si el puente lo terminarían hasta después del amanecer. Tal incertidumbre le obligó a tomar providencias en el asunto y comenzó a rezar para que la obra no quedara antes de
que el gallo cantara, pero bien pronto terminó de comprender que tenía un nuevo problema, y este era perder su alma por toda la eternidad. En esas estaba cuando recordó que en su cuarto, había una imagen de Jesucristo que había pertenecido a su madre y dirigiendo sus pasos se encaminó al ingenio de su propiedad. Cuando llegó lo primero que hizo fue postrarse ante la santa imagen e implorar su ayuda, y sin mÔs se puso a rezar buscando el consuelo divino, aparte de que de vez en vez se asomaba por el balcón de su cuarto para ver con terror el avance de la obra. Situación que le llevó a suplicar a gritos la misericordia divina, y en esas estaba cuando entró al cuarto la nana negra que lo había visto crecer desde que era un recién nacido. Al verlo en esa situación desesperante le preguntó por qué se encontraba así, que era lo que le alejaba, a lo cual le comentó del pacto con el diablo. La pobre anciana negra solo alcanzó a mover la cabeza y a sentenciar que con el diablo no se juega, por tanto se puso a buscar una solución mientras miraba al joven sufrir.

En un momento dado se levantó de donde estaba sentada, y despegó una vieja piel de un animal que habían cazado años atrÔs, y tomÔndola se fue a la parte alta de la construcción, como pudo subió hasta el tejado donde formó un tubo con la piel curtida del animal y a la par de que palmeaba sus enaguas almidonadas imitó el canto de un gallo. Casi por milagro empezaron a responder los demÔs gallos de las cercanías, mientras en diablo que ya le faltaba de colocar pocas piedras para dar por concluida la construcción del puente, al escuchar el canto del gallo emitió
un grito espeluznante, y de rabia quiso destruir la obra pero solo alcanzó a dejar cinco rasguños en una de las lajas que faltaban por colocar. Y es de esta manera como una mujer de condición humilde venció al diablo, y pudo cruzar el Conde hasta la otra orilla por el puente recién hecho, para ir al encuentro con su amada a quien le conto todo lo que había pasado. Pero cuentan las personas ancianas que el diablo no quedó conforme por el alma que perdió, y se ha desquitado en innumerables ocasiones, llevÔndose las almas de todas aquellas personas que han fallecido en accidentes cerca del puente.



 El Pacto y la Moralidad

El tema del pacto con el diablo es central en esta leyenda y refleja una narrativa moral común en la tradición mexicana. El Conde chico, impulsado por el amor prohibido hacia su sobrina y su desesperación por cruzar el río, recurre a un poder maligno, dejando de lado la doctrina católica que enfatiza la paciencia y la confianza en la intervención divina. En el México rural, estas leyendas con pactos diabólicos funcionan como advertencias claras: cuando la moral se compromete, las consecuencias son eternas y destructivas. A través de este pacto, la leyenda no solo condena la relación incestuosa, sino que también sirve como una lección sobre los peligros de buscar soluciones rÔpidas y desesperadas en lugar de seguir los principios de la fe que rigen estos contextos historicos sociales de México.


El Espacio y su Poder Sobrenatural

El puente no es un simple objeto arquitectónico en esta historia; adquiere una dimensión mítica al ser construido por fuerzas infernales. En las leyendas mexicanas, ciertos lugares, como barrancos, ríos o montañas, son sitios cargados de energía sobrenatural, y el Puente del Diablo no es la excepción. Estos lugares suelen ser espacios de peligro o de transición, donde las personas deben actuar con extrema cautela. La narrativa local, transmitida oralmente, fortalece el significado de este puente al convertirlo en un espacio que ha cobrado vidas, siendo un sitio donde los accidentes fatales no son meras coincidencias, sino actos vengativos del diablo por haber sido engañado. Este tipo de sitio se convierte en un marcador en el paisaje mental y físico de los habitantes, donde el peligro se combina con la historia local y la moral religiosa.

La Tragedia y la Continuidad del Miedo

Finalmente, la leyenda no termina con una resolución feliz. Aunque el diablo no logra llevarse el alma del Conde chico, su venganza es eterna. La narrativa nos recuerda que las acciones malvadas, aunque se puedan evitar temporalmente, tienen repercusiones prolongadas. El puente sigue siendo un sitio peligroso, cargado de una energía maligna que cobra las vidas de aquellos que no cruzan con respeto o precaución. Este elemento prolonga el miedo y la cautela, pasando de generación en generación como una advertencia simbólica. La leyenda funciona no solo como entretenimiento, sino como un mecanismo social para enseñar a los habitantes locales a respetar tanto el entorno físico como las normas morales que rigen la vida comunitaria.

Conclusión

La leyenda del Puente del Diablo encapsula varios elementos clÔsicos de las leyendas mexicanas: el pacto con el diablo, la intervención divina, el simbolismo del espacio geogrÔfico y la moralidad que se impone a través de una advertencia trÔgica. Este tipo de narrativa refuerza los valores sociales y religiosos de las comunidades, recordando a sus habitantes la importancia de actuar conforme a las normas morales y religiosas, mientras que también advierte sobre los peligros inherentes en ciertos espacios naturales que, a través del relato, adquieren un significado sobrenatural. La leyenda nos invita a reflexionar sobre la relación entre el ser humano, la fe, y el paisaje que le rodea, un tema recurrente en la cosmovisión mexicana.




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